Me encanta seguir por mis redes sociales a varios atletas, marcas deportivas y páginas de motivación personal. Me gusta contar con una mentalidad positiva y también con alguna que otra técnica nueva que aplicar para patear, en defensa personal o simplemente otro ejercicio para entrenar en el gimnasio.

Llevaba varios días meditando como ha cambiado la mentalidad de la gente en varios ámbitos de mi día a día, pero no encontraba cómo describir el cambio. No fue sino hasta ver una imagen de una marca para jiu-jitsu brasileño que me impactó, la frase de la marca englobaba perfectamente lo que estaba pensando, que en español parafraseado sería algo así: No puedes enseñar a darlo todo o a dejar el corazón en el campo.

Entreno taekwondo desde que tengo 8 años y desde el primer día que llegué al doyang me enamoré, supe que acaba de encontrar una actividad que estaría presente en todas las facetas de mi vida. En cuanto fui avanzando en grado, también tuve que ir abandonando algunas actividades para poder dedicar más tiempo a mi entrenamiento, así dejé el voleibol, el básquetbol y, por último, el football.

No puedes enseñar a darlo todo o a dejar el corazón en el campo.

Mientras me cautivaba el reto físico de ir desarrollando tu cuerpo e ir logrando cada una de las nuevas técnicas, defensas, posiciones, patadas y formas; también lo hacía la filosofía que se me iba inculcando de este arte marcial.

Atribuyo mucho de esto a que tuve un profesor muy preparado tanto en esta disciplina como en el ámbito profesional. Mi profesor era en ese entonces de los pocos tercer dan en México y además se había especializado en defensa personal, de hecho, no solo practicaba taekwondo, también hapkido.

Me parece que su combinación de médico cirujano con sus múltiples cursos enfocados al deporte, así como su deseo por siempre estar a la vanguardia, complementado con su mentalidad de día a día inculcarnos el superarnos y llevarnos a cada uno de nosotros al mejor nivel, fue perfecta para que todos sus alumnos siempre buscáramos dar lo mejor de nosotros dentro y fuera de la escuela ante cualquier circunstancia.

Sin embargo, y a pesar de que deseaba seguir entrenando, mientras estudiaba la licenciatura me fue imposible seguir yendo a clase, así que tuve que suspenderlo por cinco años. Cuando al fin pude regresar a entrenar, dentro de mi misma escuela pero en una sede con más años y renombre a cargo de otro profesor de mayor grado, me fui dando cuenta que muchas cosas habían cambiado. En particular la técnica, la exigencia y el enfoque habían cambiado. No me gustaba externar mi pensamiento, porque por alguna razón, la gente lo asociaba a que se había dejado de entrenar con órdenes, sin mostrar emoción alguna y castigando a golpes los errores. Pero, yo no me refería a eso.




Llevo un tiempo dando algunas clases en la escuela en la que practico. Es difícil enseñar, lo he de reconocer, requiere de mucha paciencia y mucha atención, como cuando se hace una presentación, hay que saber leer a tu audiencia. Hace unos días hubo oportunidad de escuchar comentarios sobre las clases y me encantó escuchar tantas cosas positivas. Me considero una persona estricta pero racional, es decir, jamás pongo un ejercicio a menos que sea necesario para que mejores tu técnica y lo más importante, todas las clases yo también entreno, así marco la pauta de cómo debe realizarse y cuánto hay que exigirse.

Al final, creo que mucho del cambio en la actitud, la disciplina, la técnica y hasta la entrega que ponemos en los entrenamientos no se debe a los profesores, sino a nosotros como alumnos, a nuestra dedicación y los límites que nos planteamos.

Es por ello que me encantó la frase de la marca de jiujitsu, creo que todos los que entrenamos y queremos involucrar a más personas en nuestra disciplina, tenemos fe en que sea posible. Pero más allá de si lo es o no, buscamos impactar positivamente en cada uno de los estudiantes, buscamos un mundo de personas apasionadas, que busquen siempre dar lo mejor de ellos, que traten siempre de sobrepasar cualquier obstáculo y que a su vez tiendan la mano a los que lo rodean y contagien de esta misma mentalidad a los demás.

Es cierto, posiblemente, no podamos enseñar a dejarlo todo en el tatami, pero quizás podamos influir en ese cambio porque al final lo que somos es una combinación de características y circunstancias. Como apuntaba Ortega y Gassete: “yo soy yo y mis circunstancias”.

Biografía
Autor

Practico Tae Kwon Do desde los 8 años, soy Cinta Negra V Dan de MoonMoo-Won MooDukKwan, Cinta Café de Jiujitsu Brasileño de Renzo Gracie México y Cinta Negra de Karate Shotokan de JKA. Estudié finanzas en el ITAM. 

Me encanta difundir información en pro del Tae Kwon Do. Sigo preparándome para mejorar día, disfruto mucho del combate y formas, pero más todavía entender sus aplicación y los pasos de combate.